martes, 18 de agosto de 2009

Bichito bolita

Porque soy un bichito, un bichito bolita, es que a veces me encierro dentro de mí. Y a veces me da miedo salir. Si me siento valiente me asomo y observo ese mundo que da vueltas, esas personas con caretas, los niños junto a la basura revuelta… Y la gente ni se da cuenta. Entre pies calzados con filosos dientes, camino días enteros, días dolientes, entre pies pasajeros. Me lleva la corriente. Y como un ancla, aparece este árbol verde en el medio del torrente. Me detiene y me tiene. Me embobo en su savia dulce y persistente. Y me abraza, brioso, en sus ramas frondosas y fuertes. Porque soy un bichito, un bichito bolita, me hago bolita y le sonrío a mi suerte.

sábado, 18 de julio de 2009

Piel de serpiente

Silencio. No hay movimiento. Nada. Sólo la serpiente y la rata. Durante días se han mirado los rostros, como dos que se aman. Un cruel letargo. Se conocen, se han buscado. La serpiente no quiere besar a la rata, con ese beso último, mortuorio. Quiere cambiar y cambia, la piel de punta a punta, y es la piel la que la cambia, en su margen más profunda. Chilla la rata y chilla, temiendo lo que le espera, mientras la serpiente la retiene con el cuerpo hecho madeja. Sueña con volar y sueña, la serpiente con el cielo inalcanzable, para, ella, la rastrera incesante. Ella quiere a esa rata y ha jurado cuidarla de cualquier ofensa. No puede contenerse. Abre su boca y clava, sus colmillos de sal de punta a punta, sobre su lengua afilada, por la amargura que junta. El veneno no tarda en actuar y sólo deja a la rata con su pregunta.

martes, 2 de junio de 2009

Ante tanto rosa

Ante tanto rosa,
Prefiero el negro.
Ante tanta risa,
El grito.
Ante tanto rezo,
La blasfemia.
Antes las mentiras
El silencio.
Ante el silencio,
El grito.

Elijo arder en el hielo,
antes que consumirme en el fuego.

Donde tus cariños
son sólo adioses.
Donde está apostada
tu partida.
Aclararé lo tantos,
que han sido tantos
que he provocado.

Me ves en este estado.
Que te espanto.
¿Es mi maquillaje corrido?
¿Es mi vestido rasgado?
¿Es este aliento anodino?
¿Este cuerpo marcado?
¿O es mi orgullo lastimado?

Ante tanto rojo,
Elegís el frío.
Ante la sangre ,
La sed.
Ante lo nuevo,
Lo marchito.
Ante el orgullo,
El placer.

Y así es como debe ser.

Desperté

Desperté.
Del alivio de la nada
Una noche encantada en la mañana agria.
Sentí
el rocío púrpura
de la miel
antes de su existencia.
Y caí
en los abismos de la inconsciencia.

Desperté
Ritmo asonante de la inocencia.
Frecuencia aguda,
Torpe e insegura,
Lo que mi cuerpo augura
No es paz, ni rito ni sentencia.

Desperté
Y del alivió de la nada
Nada quedó.
El desagrado trae su sabor amargo.
Y la vergüenza de no haber esperado nada,
de no querer nada,
de no haber sabido nada,
se evapora ante tu mirada
que me juzga.

La duda
Que en tus labios se esboza
Se quiebra ante la penitencia
De mis pupilas.
La falta de obediencia.
Pobre corazón, no tiembles,
no te rompas,
Al ver el sol de la conciencia.

La bronca de la cobardía pone sólo una semilla.

Desperté.
Es todo y nada a la vez.
Hablemos de despertar,
por favor,
nunca de soñar.
Que nunca he de soñar.
Y sólo eso ha de importar.

domingo, 3 de mayo de 2009

Una pestaña

Una pestaña. Una pestaña se separó de otras. Una pestaña se cayó o se tiró… Mejor pensar en la caída, tirarse implica demasiadas cuestiones. Una pestaña cayó para terminar en tu mejilla. Para ser un simple pretexto para unir nuestros dedos. Para tocarnos. Para pedir y desear. Para medir qué dedo está más transpirado, qué dedo ansía más. Para pedir y desear que nuestros deseos sean el mismo. Nuestros dedos compiten, se besan. Me arrancaría todas las pestañas con tal de sentir ese beso poco erótico para algunos, mas no falto de pasión. Una yema devorando a la otra. Tu huella impregnada en la mía. Sé que nos separaremos, qué sólo uno obtendrá su deseo y que poco importará el resto. Sólo uno podrá depositar la pestaña en su pecho o soplarla como hacen a los que les gusta desperdiciar oportunidades. Eso no me hará dejar de desear. Siempre habrá pretextos para tocar. Siempre habrá otra pestaña suicida a la espera de saltar.

miércoles, 25 de marzo de 2009

marinero a capitán de un barco hundido

incrustado, impoluto, con el corazón enjuto. lo nuevo, lo lejano. andando, andando. encrucijadas sin destino. desatino. el barco se ha hundido y aún se cree capitán. luchará contra mareas en su balsa de madera. se hundirá con todos nosotros. lo sabemos. lo siente. en el aire, en el ambiente, en su razón valiente. latente, el corazón henchido, válvula de sangre y carne viva. poco dura la travesía. hincan el diente. roen sus huesos. desatinan. impoluto, indeseable, incorruptible. andando, andando, están marchando. lo seguimos, señor Capitán. nadará, nadará. nada hará. no tiene sentido. el tiempo es tiempo. nos ha arrancado las piernas y los brazos, Capitán. permaneceremos en este barco infinito. siempre hundiéndose, nunca hundido. usted dice que me quede en mi lugar. ¿pero cuál es mi lugar, Capitán, al ver ese cuerpo, que antes fue mío, hundirse en el mar?

sábado, 28 de febrero de 2009

A quien sueña en lo alto

Muchos dirán que pecás por volar alto, pero qué podés hacer si no naciste con el culo pesado de la gallina que pierde los huevos a mitad de camino. Mas no vueles tan alto, te lo digo yo, que vas a chocar contra el techo. Es muy fácil ir recto por sendero llano, pero vos vas a tambalearte en la subida.
Él te hará creer que por chamuscarte las pestañas te ha quemado los ojos. No es así, amiga mía. Abrilos. Mas no mires al cielo, que está tan lejos. Iluminame con tu mirada honesta, que no se pierda en la montaña. Él tirará piedras en tu camino, te atará pesas y dirá que es por cariño. Y cuando más cansada estés, te golpeará. Te golpeará y golpeará, sin parar, sin clemencia, sin ninguna advertencia. Las paredes, cómplices de acto tan ruin, ahogarán tus alaridos maltrechos. Sin embargo, los vecinos saben, los vecinos todo lo ven. ¿Pero quién querría que acabara tan entretenido espectáculo? Además algo habrás hecho. Habrás caminado de alguna forma especial, habrás sonreído de más, sólo vos sabrás. O quizás no, quizás nunca lo sepas. Y decime si no has caminado lo que has caminado con tu peso, sola entre la gente, esperando un punto de apoyo, un gesto de compasión. ¡Y fijate dónde fuiste a buscar! Esa gente decente podría estar hasta el cuello de mierda y ni se darían cuenta. Pero vos no soportás el olor.
Llegará el punto en el que pensarás que ya no podés dar un paso más. El cansancio te dominará, el hartazgo te abrumará. Y caerás. Mas si no clavaste tu mirada en el cielo ni sepultaste tu cabeza en la tierra, encontrarás la mano amiga, hacia vos tendida, en cada instante del día en el que tu fuerza decline. Mano a mano, se formará la cadena que engrillará a la terrible fiera.
No obstante, te digo ahora, amiga, anímese él a realizar una nueva ofensa, y te juro, y perjuro, que tu grito no morirá contra las paredes, que no será tu sangre la que bañe el suelo, que esa palabra vil será su última y en la muerte no tendrá consuelo.

miércoles, 7 de enero de 2009

A quien quiere que sobre él escriba

A veces cuando estoy sola tengo un lapso en el que me pierdo imaginando cómo reaccionaría ante tal o cual situación, si me dijeras lo que escribís, si me humillaras con tu dedo acusador frente a todo el anfiteatro que necesita un conferenciante. Me imagino lo que contestaría si perdiera el pudor de las palabras. Están los que hacen y los que hablan de lo que los otros hacen. Hablar nunca fue uno de mis dones, lo habrás notado. Sigo imaginando, e imagino con tanto ímpetu, que me doy cuenta de que estoy gesticulando con la vehemencia que tanto me caracteriza, que estoy modulando las palabras que quisiera decirte (y no tendría por qué, si esa situación no existe). Termino mi defensa (siempre me defiendo ante tus ataques), angustiada y contracturada por los nervios, que me has provocado o me he provocado, no sé si importa. Vos te vanagloriás por tu nueva victoria. Hablar no es uno de mis dones, lo sabés y te aprovechás. Hablar por hablar es un juego excelente para los cagones. Tu imagen se borra de mi mente. Tu imagen, la discusión, los espectadores... Como siempre, elegí nuevamente perder.
Y todo esto ha sucedido sin que de mi boca brotara ni un sonido.