domingo, 7 de diciembre de 2008

Nado a oscuras

Las luces de un faro. Nos estamos alejando. Nadamos sólo por nadar, o eso pensamos. Nos adentramos. Es una noche negra, sin luna, sin estrellas. Nadamos. Sin motivo, no es necesario. Aunque siento tu respiración, te siento lejos. Reímos, lloramos, y ahora sólo nadamos, cada vez menos sincronizados. El viento raspa mi rostro febril, rojo, mientras el mar me acaricia. Qué caricias tan frías brinda. No estás, no hay nada. Sólo ecos de tu mirada. Las luces del faro. Los intervalos son cada vez más largos. Sólo el mar y el viento, mezcla tan extraña, orgullo y tormento. Te espero, flotando en el agua mansa, sabiendo que no voy a encontrarte. Aguardo la ola. Nos seguiremos viendo. Nos miraremos a los ojos pero no serán nuestros ojos. Serán una pantalla. Algo que nos separa. Ahora me doy cuenta, tarde, de que no nos volveremos a encontrar nunca más. Tal vez podamos volver a conocernos si nos olvidamos de nosotros. De todas formas, ya somos otros.

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